Martín lo sabía porque se lo había preguntado a todos y todos le habían dado la misma respuesta:
-¿Ese camino de allí? No lleva a ninguna parte. Es inútil ir por él.
-Y, entonces, ¿por qué lo hicieron?
-No lo hizo nadie, siempre ha estado ahí.
Era tan obstinado que comenzaron a llamarlo Martín Testarudo, pero él no se lo tomaba a mal y seguía pensando en el camino que no llevaba a ninguna parte. Cuando fue lo bastante mayor, una mañana se levantó temprano, salió del pueblo y, sin darle más vueltas, tomó el camino misterioso siempre adelante.
Un cuento de uno de los mayores escritores contemporáneos en el que la inocencia, la curiosidad y el tesón se unen para llegar donde nadie antes había llegado.