La historia de «Alex» (así como la confirmación moderna de las extraordinarias propiedades de la miel) representa uno de los ochenta y ocho relatos sobre genios griegos y expertos romanos contados con claridad e ingenio por Vicki León en Cómo embalsamar con miel. En ellos traza el perfil de un sinfín de personajes inquietos de antaño que recorrieron con sudor y esfuerzo el tortuoso camino que separa las creencias mágicas de unas disciplinas entonces emergentes: la física, la astronomía y las matemáticas, entre otras.
Desde el idilio de griegos y romanos con los grandes barcos hasta su fascinación por el firmamento, que les llevó a inventar el primer ordenador de la historia, León explora los albores de la ciencia y su persistente rival, la superstición. La vida de los antiguos fue una carrera de obstáculos salpicada de días aciagos, amenazas de cometas, avistamientos de vampiros y pócimas raras, en ocasiones letales. Como afirma la autora: «Aunque aquellos seres curiosos buscaban respuestas a las Grandes Preguntas, también debían apaciguar a espíritus ancestrales, y protegerse de males de ojo.» ¡Eso sí era pluriempleo!