Argumento de El Beso
Cuando Kathryn Harrison tenía seis meses, sus padres se divorciaron. Eran casi unos niños, pues el suyo había sido un encendido romance juvenil, destruido por las incertidumbres de la adolescencia, las diferencias sociales y las presiones familiares. Kathryn fue criada por sus abuelos, personas muy responsables pero también padres terribles, que nunca aceptaron que su hija se independizara e iniciara su propia familia. La niña creció obsesionada por esa bella madre adolescente, casi siempre dormida o ausente, y por ese padre al que sólo vio dos o tres veces en muchos años y que, todavía fascinado por su ex esposa, nunca hizo caso de su hija. Y cuando Kathryn tiene veinte años, se produce el reencuentro. El padre sólo tiene treinta y nueve años, y en un aeropuerto, tras una peculiar reunión familiar, se despide de su hija con un largo, húmedo y muy poco paternal beso. Así comienza para la joven una larga temporada en los infiernos de la pasión familiar, donde el incesto es una prisión excitante y atroz, el escenario de un oscuro juego de poderes donde padre e hija, bajo la máscara del amor loco, son víctimas y carceleros que intercambian sus papeles, y quizá sólo dos de los vértices de un triángulo desesperado con la mujer que los ha seducido a ambos para siempre.
En La filosofía en el tocador, el marqués de Sade alababa las delicias del incesto, pero para Kathryn Harrison, la autora de estas terribles, hipnóticas, revulsivas memorias, la relación con su padre y también con su madre, y con el siniestro pero imprescindible ámbito de la familia, no es sino una larga temporada en la locura, un deambular en un limbo asfixiante, del que deberá escapar para poder sobrevivir.0