Esta nueva edición de «El Bebé es un Mamífero» representa una oportunidad para analizar la historia reciente del nacimiento. En otras palabras, una oportunidad para echar la vista atrás. Y debe ser así porque miramos al futuro. Esta reedición aparece ahora que no podemos dar un paso más allá sin asimilar la enorme cantidad de datos científicos acumulados durante los últimos veinte años. En primer lugar, debemos preguntarnos cómo, a cierto nivel cultural, podemos alcanzar una nueva consciencia; es por ello que me parece urgente intentar anticipar la historia del nacimiento y, así, entrar en el reino de la ficción. Nos encontramos en la Tierra de la Utopía. Hoy, en enero de 2031, estamos en disposición de presentar valiosas estadísticas relativas a un proceso de transición que comenzó alrededor de 2024. Son datos impresionantes. Los índices de mortalidad perinatal son igual de bajos en todos los países con un nivel de vida similar. Los índices de traslados a unidades pediátricas se han reducido de manera asombrosa. No ha habido ni un solo caso de parto con forceps durante cuatro años. Desde que la prioridad ha sido evitar los partos vaginales largos y complicados, la utilización de ventosas y medicación es muy rara. Y lo más importante: el índice de cesáreas es tres veces menor que antes del período de transición. El índice de lactancia materna a los seis meses está por encima del 90%, y un psiquiatra infantil ha confirmado que el autismo es menos habitual que antes. Ahora, el Hombre Sabio de la Tierra de la Utopía sí podría asegurar que en la Tierra de la Utopía, la mayoría de las mujeres dan a luz a sus bebés y alumbran sus placentas gracias a la liberación de un «cóctel de hormonas del amor». Únicamente la Utopía puede salvar a la Humanidad.