Este libro trata de la inusual y estrecha amistad que unió al barbero Eugenio Arias y al pintor desde 1947 hasta la muerte de Picasso en 1973. Cuando Picasso se trasladó junto a Françoise Gilot y sus hijos Claude y Paloma a Vallauris, pueblo de ceramistas en el sur de Francia, Eugenio Arias se convirtió en su barbero y amigo. Les unía la nostalgia que sentían por España, patria de la que ambos se habían exiliado, sus sentimientos antifascistas, su sentido del humor y su pasión por las corridas de toros a las que acudían en Arles y Nimes.
Eugenio Arias falleció en Vallauris el 28 de abril de 2008, a los 98 años de edad. Era un extraordinario narrador de anécdotas por cuya boca hablaba la sabiduría y el ingenio de un anciano que permaneció fiel a sí mismo en todas las situaciones de una vida a veces turbulenta.