La hipótesis, surgida en la Grecia antigua, según la cual un número ilimitado de mundos se forman en un vacío ilimitado a partir de un número igualmente ilimitado de átomos increados e indestructibles, sometidos a las leyes rigurosamente mecanicistas del azar y la necesidad, sin intervención divina ni finalidad alguna, está en el origen de una de las más fantásticas aventuras intelectuales de la humanidad, una aventura que ha apasionado durante veinticinco siglos a los filósofos, científicos y teólogos más eminentes. Surgida como una concepción esencialmente filosófica, fue hasta el siglo XIX objeto de un duelo abstracto, a favor o en contra de los átomos, de una amplitud y en ocasiones de una violencia excepcionales. Los descubrimientos científicos del siglo XIX, que aportaron las pruebas irrefutables de la composición atómica del universo, no sólo no pusieron fin al debate filosófico sino que le imprimieron un nuevo impulso. Efectivamente, el atomismo científico suscita, en particular desde la óptica de la mecánica cuántica, tantas o más cuestiones fundamentales sobre la naturaleza y la perceptibilidad de la realidad que las que suscitó el atomismo filosófico en la Antigüedad.
En este libro de historia de la ciencia, el autor traza brillantemente y con una gran fuerza pedagógica, los principales episodios de un empeño intelectual más que bimilenario, que cuenta entre sus principales protagonistas a Leucipo, Demócrito, Epicuro, Lucrecio, Aristóteles, Platón, Zenón, Plotino, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Maimónides, Averroes, Giordano Bruno, Galileo, Gassendi, Descartes, Boyle, Locke, Newton, Leibniz, Berkeley, Diderot, Kant, Hegel, Schopenhauer, Comte, Mach, Nietzsche, Planck, Bohr, Einstein, Schrödinger, de Broglie, Pauli, Heisenberg y muchos otros.
Bernard Pullman fue uno de los pioneros más eminentes, de fama mundial, de las aplicaciones de la mecánica cuántica a la exploración de la estructura electrónica de las moléculas. Primer titular de la cátedra de química cuántica en la Sorbona, fue miembro de la Academia de las Ciencias de París, de la Academia Pontificia de las Ciencias, presidente de honor de la Academia Internacional de las Ciencias Moleculares Cuánticas y presidente de la Unión Internacional de Biofísica Pura y Aplicada, así como Doctor Honoris Causa de las universidades de Lieja, Uppsala, Madrid, Jerusalén, Turín y del Instituto Weizmann de las Ciencias.