Érase una vez una niña que nació el 1 de enero de 1900 en una casa pobre y en una tierra aún más pobre. Se llamaba Modesta y era siciliana, pero desde el principio su cuerpo y su mente reclamaron para ella una vida más allá de los confines de su aldea y de su condición de mujer ignorante.
Cuando aún era una chiquilla, Modesta fue enviada a un convento y de allí al palacio de unos nobles, donde su enorme talento y su inteligencia maquiavélica le permitieron controlar la economía de la casa y convertirse en aristócrata gracias a un matrimonio de conveniencia, y eso sin dejar de seducir a hombres y mujeres de toda ralea, que serían compañeros fieles hasta los últimos días de su vida. Amiga generosa, madre entregada, amante sensual...
En fin, mujer capaz de saltarse con ingenio las reglas del juego de su tiempo para gozar del verdadero placer, Modesta habita las intensas páginas de esta novela y recorre la historia europea del siglo con la fuerza que distingue a los grandes personajes de la literatura universal.