Supuestamente, había ido a la mansión en busca de descanso y para aprender las técnicas de su padre, el afamado y excéntrico pintor Philip Fairchild. Pero, ¿era el atractivo Adam Haines el hombre que fingía ser? ¿La respetada escultora y aclamada artista Kirby Fairchild estaba enamorándose de un desconocido que era mucho más ducho que ella en el arte del engaño? Lo que ambos terminan por descubrir es que nada es lo que aparenta ser en la realidad que comparten en la mansión Fairchild, y que tendrán que aprender a confiar el uno en el otro si quieren superar los manejos de un antiguo novio, que pueden llevar al padre de Kirby a la cárcel.