Heredera natural de Whitman y Dickinson, Bishop fue una figura desconocida durante años. Detrás de la aparente sencillez con la que revestía sus textos se escondía un calado intelectual que muchos de sus contemporáneos no supieron valorar. Lúcida, precisa, rigorosa, retraída y atrevida, Bishop se situó finalmente entre las figuras clave de la poesía norteamericana del siglo XX.
Incansable viajera, nos abre las puertas a su particular mundo a caballo entre distintos países, hogares y obsesiones. De Francia a España, del norte de África a Irlanda, de Italia a México, además de los casi veinte años que vivió en Brasil junto a su entonces pareja, la aristócrata y arquitecta brasileña Lota de Macedo Soares (1910-1967), Elizabeth Bishop fue una mujer libre, que llevó esa libertad hasta sus últimas consecuencias, también creativas.