¿Podemos volver a las fuentes, a las raíces, para aportar LUZ y ESPERANZA al hombre de hoy?. Desde luego que sí. «Comentando a Adán, Caín, Jacob, Tamar y José dice el autor he descubierto la Biblia, he aprendido a conocerla y me he formado día a día en la difícil tarea de hacer que sus antiguas historias hablen a nuestro tiempo, a las familias, a las empresas». A todos nosotros.
En este libro, descubriremos en el Génesis un lugar de inspiración siempre nueva para reflexionar sobre los interrogantes fundamentales de la vida y la economía de hoy. El humanismo bíblico nos recuerda que los contratos son ante todo un encuentro entre personas; que el dinero y el beneficio limitan con el bien común; que la tierra prometida hay que amarla y enriquecerla, no ocuparla, pues se habita provisionalmente. Y que las empresas ya sean aventuras, sueños o actividades productivas pueden resultar vanas y corruptas, pero también podrían convertirse en fuente de justicia y de dignidad.
La palabra «mercado» aparece por primera vez en la Biblia cuando Abraham compra a los hititas una tumba para su mujer, Sara. Se empieza también a hablar de «beneficio» cuando José es vendido por sus hermanos. Y se habla de la primera gran «empresa» de la historia: la construcción del arca de Noé. La palabra bíblica tiene mucho que decir a nuestra economía y a nuestra vida diaria. Y la formulación de nuevas preguntas «económicas» puede hacer que esos textos digan cosas que quizás hayamos olvidado como sociedad.