Pero el ángel de nuestros tiempos está lejos de ser una criatura resplandeciente en la cima de su gloria, se parece más a la imagen corrupta, inquieta y desasosegante de un ángel caído. Un ser derrumbado y a veces luciferino que José Jiménez persigue a través de todas las manifestaciones artísticas de las vanguardias para tratar de esclarecer por qué sigue manteniendo intacta su capacidad para seducirnos y perturbarnos.