Basta con que quieras alejarte de algo para que el destino se ponga juguetón y te trastoque todos los planes.
Y eso es precisamente lo que le sucede a Mar. Ella, ilusa, pretendía cambiar la ciudad por un bucólico rincón frente al mar para estar sola, pero en lugar de eso, acaba subyugada por David, un jinete del que intentará huir a toda costa.
Desde el primer encontronazo, la tensión sexual no resuelta los transportará por una montaña rusa de casualidades que los llevará desde el encuentro más apasionado al más cómico de los desencuentros.
Cómico para los lectores, ya que, para ellos, quedarse siempre a medias y perderse una y otra vez por las jugarretas que el azar les tiene reservadas no resulta gracioso en absoluto, a pesar de la auténtica jauría de sentimientos en que se convierten sus posteriores reconciliaciones.