Tengo que contar la violencia de escribir. Quiero escribir lo que no puedo escribir. El libro me ayuda. El libro me extravía, me despide. Quiere escribir, él. Quiere que yo lo escriba, a él, pero yo quiero escribir el libro que persigo en mis sueños. ¿Lo escribiré alguna vez?
Un libro no es sólo escritura; es un arma; es una fechoría; es una carrera hacia el(los) secreto(s). Es una lucha contra la memoria, por el recuerdo. Estamos hechos jirones, nos remendamos. [...] Hay para beber y para comer, y para llorar de risa, en los libros donde el libro es un escándalo y «carece de coartada» como diría mi amigo Derrida.»
Hélène Cixous
Amiga de Jacques Derrida desde 1963, durante una larga amistad, comparte con él numerosas actividades políticas e intelectuales, colaboración intensificada a partir de los seminarios de Derrida acerca de la «diferencia sexual». Autora de una abundante obra de ficción al mismo tiempo que de ensayo, no distingue entre ambas, teniendo por esencial la emergencia de una nueva escritura femenina.
Cercana al estructuralismo y al psicoanálisis, desarrolla una reflexión sobre la feminidad, la ambivalencia sexual y el cuerpo como lengua del inconsciente. Pero, en primer lugar y como aglutinante de todo ello, sobre la escritura: sobre la estrecha relación que la escritura mantiene con algunas interrogaciones fundamentales, incluido «el enigma intolerable de la relación hombre-mujer».