El amor de las mujeres habla de la falta de libertad, de los condicionantes que coartan y anulan la voluntad y llevan a la subordinación. Y es el caminar de un hombre con aspecto de no haber dormido en mucho tiempo. Andar como un acontecimiento excepcional por el sendero de la memoria y la conciencia, pasos abatidos de alguien que no ha construido su futuro, de quien se enfrenta solo a los recuerdos y no halló en las mujeres el amor que buscaba y sí el tamaño de su resiliencia. Un espacio intrincado como tela de araña donde las figuras femeninas son gruesos o tenues hilos de casualidad y ambición, soledad y destino, entrega o mera empatía. Tras su lectura cabe preguntarnos si defendemos lo suficiente nuestro derecho a obrar por propia determinación.