Los cauces de meditación por los que discurre el libro siguen, por una parte, la lectura del pálpito de la calle, el juicio del presente y las aristas del pesimismo. Por otra, hay poemas que subrayan la transformación en bienes espurios de magnitudes que hasta ahora constituían la esencia de la vida: el silencio, la verdad, la naturaleza o el amor. Ambas líneas de pensamiento poético se entrelazan en un gran tema de reflexión que supone, posiblemente, uno de los retos mayores para un poeta actual: la conciencia del acelerado desmoronamiento de los valores humanistas.