En 1968 el Movimiento estudiantil en la Ciudad de México, muy probablemente el acontecimiento social, cultural y político más connotado de la segunda mitad del siglo XX mexicano, rechaza el autoritarismo del presidente Gustavo Díaz Ordaz, vigoriza el medio urbano, renueva a la izquierda y a los sectores que buscan la democracia y, en lo básico, concluye, trágicamente, el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas. Surge entonces el 68, el término que reúne la suma de acontecimientos, la matanza de Tlatelolco, los pronunciamientos y las actitudes de cientos de miles de estudiantes, y las torpezas y vilezas de los Poderes de la Unión y sus aliados en los medios informativos y en el empresariado. Cuarenta años después, el 68, en medio de un reconocimiento irrefutable de toda índole, transparenta su contenido esencial: el fenómeno contradictorio cuya dimensión ética y moral enaltece a una generación y también, en grados variables, influye en las siguientes.
El 68, la tradición de la resistencia es el iluminador relato de las semanas cuando, entre marchas, mítines, errores, sectarismos, proezas individuales y colectivas y tomas de conciencia, un movimiento no sólo estudiantil defiende los derechos humanos (sin ese nombre), prepara el advenimiento de la sociedad civil, amplía los horizontes culturales y le da forma a otro modelo de comportamiento. Carlos Monsiváis ya le había dedicado al tema del 68 las crónicas de Días de Guardar (1971) y los textos en Parte de guerra I y II (2002), en colaboración con Julio Scherer García. En este libro, el autor revisa los materiales disponibles, los antiguos y los de acceso reciente, y escribe una imprescindible crónica de un movimiento atenido valerosamente a sus demandas de justicia, y un gobierno enfurecido hasta el homicidio ante la exigencia del diálogo.