Esta doble vertiente hace que las dos disciplinas se fecunden mutuamente.
Por un lado, su obra sociológica aporta a los educadores una doctrina original y vigorosa sobre los principales problemas de la educación.
Por otra parte, plantea a los sociólogos los puntos esenciales de su teoría: la relación entre individuo y sociedad, entre ciencia y práctica, y el estudio de la naturaleza, de la moralidad y del entendimiento.
Todo ello hace de Durkheim un clásico y como tal, hay que leerlo. Su vida y obra se desarrollan fundamentalmente en el siglo XIX, aunque se asoman tímidamente al XX. Y en ese contexto histórico, las lecciones de entonces para hoy no dejan de ser un caudal importante de inspiración y novedad.