En el relato que da nombre a este volumen, una hija desafía a su madre en el seno de una familia en la que imperan la falsedad y la hipocresía, un tema muy cercano a la autora, que lo abordó de forma magistral en esa joya literaria que es El baile; en otro, se describe el despertar de la imaginación novelesca de una adolescente de quince años en el contexto de las aldeas arrasadas durante la revolución rusa; y en un tercero, se narran las relaciones entre unos hermanos y sus respectivos cónyuges durante los días y las noches que pasan reunidos junto al lecho de su anciana madre moribunda. Tres ejemplos en los que se vislumbran algunas claves de la vida de Irène Némirovsky: por una parte, los efectos de la guerra y el desarraigo; por otra, la petulancia y el engreimiento de la burguesía parisina, en cuyos salones la joven aspirante a escritora encontró la inspiración para convertir en palabras esas ideas y emociones que al común de las personas nos resultan efímeras e inasibles.