Incluye audio del autor Eduquemos a nuestros hijos con firmeza, pero sin gritos ni golpes. Mientras mi hija hacia un gran berrinche en el pasillo más transitado de un supermercado, recordé la recomendación de una sabia amiga que me sugirió enfrentar este tipo de situaciones de manera tranquila: observarla, pedirle que me explique el motivo de su malestar y esperar. Así lo hice y pasada la rabieta, tomé de la mano a mi hija y nos fuimos caminando rumbo a mi casa. ¿Cuántos de nosotros hemos enfrentado este tipo de situaciones en las que siempre aparecemos como los malos de la película, incapaces de evitar esos momentos críticos con los hijos? ¿Les damos todo lo que nos piden y sucumbimos en cuanto aparece la primera lágrima en sus ojos? ¿Somos víctimas o culpables? Ni una cosa ni la otra, siempre que hayamos comprendido que los límites son una necesidad imperiosa en la vida del niño y que así como satisfacemos su necesidad de alimento, vestido y salud, debemos también satisfacer su demanda de límites. Este libro expone los temores de los padres por recurrir a los límites y a una buena dosis de disciplina.