Estamos ante el fruto maduro de un vida de búsqueda y conocimiento, en el cruce del conocimiento científico mejor ponderado y el pensamiento teológico más actual. Quien conozca de estas materias podrá reconocer en la bibliografía fuentes de exquisita actualidad, la mayoría de las cuales no han sido traducidas al castellano.
La posición del autor es clara: no hay oposición entre evolución y creación. El conflicto no es entre ciencia y religión sino, en todo caso, lo juzgará el lector, entre religión y materialismo, pero "un sistema teológico que ignore la gran Sinfonía Cósmica se condena a la marginalización, transita un camino que lleva a la nada. Si la racionalidad del mundo maravillaba a Einstein y le hacía recordar un milagro, si el mundo se debe a un plan racional de Dios, es lógico que su estructura se manifieste por intentos racionales para descifrarlo. Dios creó el mundo, la ciencia lo explica"