Reconocido como filósofo de profunda sensibilidad religiosa, Kolakowski hace frente a esta controversia argumentando que tanto las enseñanzas de Jansenio como las de Agustín reflejan los principios mismos y el espíritu sobre los que se fundó la Iglesia. Rechazar a uno implica rechazar al otro.
Kolakowski continúa su crítica al examinar a Pascal, cuya filosofía moral tiene sus raíces en el jansenismo y para quien la existencia de Dios está más allá de cualquier juego intelectual.
Estas interpretaciones, poco ortodoxas en la historia del cristianismo moderno, provocarán una nueva discusión acerca de la importancia histórica, intelectual y cultural del neo-agustinianismo. Escrito con el ingenio y la ironía características de Kolakowski, Dios no nos debe nada es una obra de lectura obligada para filósofos, religiosos, teólogos e historiadores.