La mejor lección espiritual de Juan XXIII, un Papa inolvidablemente bondadoso, es la evocación de su vida tal como resulta de su «Diario del alma», documento excepcionalmente auténtico. Hay una razón importante y fundamental: el lector capta rápidamente que, bajo pensamientos tan henchidos de serenidad espiritual, sigue latiendo el alma de un Papa cuyo recuerdo permanece vivo.
Esta obra es una clara muestra de la simplicidad evangélica que quiso poner en práctica Juan XXIII en todos los ámbitos.
Juan XXIII será siempre recordado como el Papa del Concilio, el Papa que abrió de par en par las ventanas de la Iglesia y favoreció una visión renovada de la misma como servidora y amiga de los hombres, atenta a los signos de los tiempos, presencia y servicio en el mundo de hoy. Testigo de dos guerras mundiales, fue un entusiasta defensor de la paz y de la libertad. Era un hombre de profunda fe, y despertaba simpatía en las gentes por su aspecto bondadoso, su buen humor, su amabilidad y cordialidad, su optimismo y su humildad.