"Una feliz indiscreción familiar, o, más bien dicho, un rasgo de vanidad justificada, nos ha puesto en posesión de estas cartas de amor de la Avellaneda. Ellas vienen a completar la gran figura de esta escritora española nacida en América. Perfume de su alma, luz de su mente, sangre de su corazón, estas cartas sintetizan, concentran todas las cualidades excelsas de una mujer excepcional, gloria purísima de su sexo" (Alberto Ghiraldo, 1928).