Si hay algo que un escritor busca siempre es una buena historia. En esta ocasión la autora lo ha tenido fácil: el argumento central de esta novela se lo contó su abuelo, y solo su familia lo ha conocido hasta que se ha decidido a compartirlo.
Partiendo de la regencia de Isabel II, recordamos aquellos tiempos en los que los matrimonios eran asuntos de Estado; cuando los títulos concedidos por los reyes por servicios prestados a la corona, suponían el ascenso social más ambicionado por los nobles, y cualquier acto quedaba justificado con tal de mantener la pureza del linaje: ocultar hijos bastardos, morir, o incluso matar, por no perder un título nobiliario.
Los personajes centrales de esta novela fueron reales, pero solo se han mantenido los nombres auténticos de los que, por ser históricos, son de todos conocidos. Unos días después mi abuelo falleció. Desde aquel momento supe que esta historia, entre la ficción y la realidad, tenía que ser contada. La historia de toda una vida detrás de la verdad. Marisa Pinta