A lo largo del siglo XX Barcelona fue una plataforma de intercambio de ideas que afectaron al devenir de la historia de la arquitectura. El motivo de la llegada de estas ideas responde a muy diversas índoles. Habrá invitados, viajeros atraídos por la ciudad, curiosos, estudiosos y profesionales.
Invitar a un arquitecto a visitar una ciudad puede ser considerado un acto de cortesía. Dicha cortesía espera ser correspondida. Hasta los preparativos de las Olimpiadas de 1992, el resultado entre estos intercambios se traducía en ideas, conferencias, debates, escritos y exposiciones. Entre visitante y ciudad se establecían nexos ineludibles. Así que viajar propiciaba intercambios, aprendizajes y placeres.