Ricardo es un muchacho nacido en los años cincuenta en un pueblo salmantino de aquella España rural tan callada y obediente. Eran duros tiempos de miseria moral, intelectual y material, pero el niño no lo sabe porque no ha conocido otros. La única salida para muchos era conseguir una beca en algún internado religioso, lejos de casa, siempre con una presunta vocación sacerdotal propiciada por el nacionalcatolicismo dominante.
Con su pobre lenguaje, el muchacho escribe sus reflexiones sobre sí mismo y sobre todo lo que le rodea en ese mundo adolescente de ilusión y decepción con los amigos del pueblo, ampliado después a los compañeros de internado en el Seminario.
Desde la visión adulta de hoy, el autor relee esos escritos del niño y va explicando, comentando y criticando con benevolencia una situación vital que pudo ser común a muchos niños de la época.