Elaboradas a partir de constantes y sabrosas divagaciones, Baroja explica sus orígenes familiares y sus primeros tanteos literarios, y compila tanto sus querencias y obsesiones como los juicios a favor y las críticas contra su obra. Comenzadas a redactar desde 1941, a sugerencia de «un editor de Barcelona», y publicadas desde 1944, a lo largo de estas páginas Baroja hace de la digresión un arte: caben en estas páginas desde agudas observaciones sobre el alma vasca hasta recuerdos íntimos de su educación sentimental, desde inolvidables escenas de la vida literaria finisecular hasta acerados retratos de escritores, pintores, filósofos o tipos pintorescos que parecen extraídos de cualquiera de sus novelas.