A René Descartes no le gustaba que le engañaran y decidió no fiarse ni de sus maestros ni de los libros antiguos, y ¡ni tan siquiera de sus propios sentidos! Para descubrir la verdad sólo confiaba en su mente. Dudando de todo, menos de sí mismo, logró ver el mundo de otra manera, como un lugar sin misterios imposibles de descifrar en el que se podían resolver las incógnitas de la naturaleza con el esfuerzo del pensamiento. Empezaba una nueva era, nacía la ciencia moderna.