Así como la economía de mercado se sustenta en la competencia y la propiedad, un sistema de dos partidos supone competencia, pero también continuidad en la actividad política; implica un juego repetitivo, en el que es más probable que haya colaboración entre los participantes.
Lo que hace que las democracias latinoamericanas sean tan vulnerables al populismo es la inexistencia de incentivos adecuados para sus líderes políticos, ocasionada por la ausencia de partidos institucionalizados.
Para reducir los riesgos del populismo, por tanto, se necesita no solo que los actores políticos comprendan los fundamentos de una economía libre; además, se requieren reglas de juego político que conduzcan a la formación de sistemas de dos partidos.