La gracia con que lo cuenta Mackay, unida a lo que desde nuestro tiempo parece enorme ingenuidad de los compradores (¿cómo puede alguien creer que un bulbo de tulipán pueda llegar a valer lo que una parcela edificable en el centro de la ciudad?), hace que leamos las tres historias divertidos. Pero los analistas económicos contemporáneos usan estas mismas historias para explicar nuestras actitudes presentes ante los mercados y el dinero.