Mi historia comienza cuando unos hombres de negro llamaron a nuestra casa en la ciudad y pronunciaron una palabra horrible: ¡Desahucio!. Mi mamá, mi hermana y yo tuvimos que abandonar nuestra casa y buscar refugio en otro lugar. Montamos en un autobús y, tras muchas horas de viaje, bajamos en un lugar desconocido en medio del campo. En la cima de una colina se erigía una casita blanca donde vivía un viejo muy huraño y cascarrabias. Mamá dijo que era nuestro abuelo. Ni mi hermana ni yo sabíamos que teníamos un abuelo, era uno de los muchos secretos que guardaba nuestra madre. En estas páginas encontraréis aventuras con vacas que pretenden ir a la escuela para aprender la tabla de multiplicar, brutas cabritas que embisten a niñas repipis, gallinas que se llaman como vecinas y un almendro que esconde en su interior el mayor secreto del abuelo. Un árbol que cambiará radicalmente mi destino. Un árbol al que aprendí a querer y a abrazar. Esta historia es mi particular homenaje a la vida en el campo, a la naturaleza, al sol, a las estrellas, a la lluvia, al aire puro, a la nieve? Un canto a las montañas, a los ríos, a los árboles, a las flores y a los frutos que nos brinda la madre tierra.