Argumento de Del Saber de las Musas
El lugar de la obra de arte, la posibilidad de conocerla o discernirla, de distinguirla, de asumir su singularidad, de acompañarla hasta donde ella ha llegado o podido llegar, depende del fundamento/filamento desde cuyo régimen y en cuya neblinosa o prístina atmósfera aparezca. En la edad Arcaica está profundamente enterrada o integrada en el mito, y en la edad Moderna cuesta cada vez más trabajo separarla de la técnica. Aquí se intenta probar el rendimiento de esa hipótesis general, aplicándola en diferentes campos discursivos y temáticos, desde Sócrates a Platón hasta Walter Benjamin y Arthur C. Danto y desde María Sabina hasta Marcel Duchamp.1