El Tratado de Wad-Ras selló el triunfo español ante Marruecos en una guerra, la denominada Guerra de África (1859-1860), que había conseguido aglutinar en una causa común a la nación española durante uno de los períodos más convulsos de su historia.
Tras la crisis de 1898, con la pérdida de las colonias de ultramar, el norte africano se convierte en el principal foco de la acción colonial española, que en 1912 se traduce en el establecimiento del Protectorado Español en Marruecos dentro del contexto internacional del reparto del continente africano por parte de las potencias imperialistas europeas. Sin embargo, el sultanato marroquí iba a presentar una clara resistencia a la dominación. Su peculiar estructura política y social, fracturada en múltiples clanes y jefes locales, dificultará tanto como ayudará, según los diferentes momentos, las campañas emprendidas por España. Nombres como Abd-el-Krim o Ben Muhamad Raysuli; lugares como Annual, Monte Arruit o Alhucemas, forman parte de la historia reciente de ambas naciones.