El amor es el espíritu de la relación sexual, el sexo es la materia del amor.
Algunas personas creen que el amor es algo puro, espiritual, divino, y el sexo algo sucio, malo y pecaminoso. Para poder tener relaciones sexuales y no sentirse pecadoras por ello necesitan -y obtienen- un permiso especial de la Iglesia y/o del Estado que se llama matrimonio. A partir de ahí, todo lo que se hace dentro del matrimonio -y mira que se hace cada cosa- es bueno y está permitido. Cualquier contacto que se realice fuera del matrimonio es malo y está terminantemente prohibido. Otras personas sienten que la atracción sexual puede producirse, y se produce, en muy diversas circunstancias, con muy diferentes personas. Y puede ser gratificante con todas ellas. El amor lo conciben como un sentimiento exclusivo hacia una sola persona. Entonces, tienen que adoptar ciertas pautas diferenciadoras para que la otra persona, y sobre todo ella misma, sepa silo que están haciendo es amor o solo sexo. Así, todos los juegos amorosos están permitidos en todas las relaciones sexuales, salvo los besos en la boca y las palabras «te quiero», que pertenecen en exclusiva y de manera distintiva a una sola persona, que es a la que se ama de verdad.