Curso de librería es un viaje de tres meses al oscuro mundo de la formación ocupacional. Todas las tardes, un escogido grupo de parados, algunos de muy larga duración, acudirá a la Academia Diderot con la excusa de aprender el oficio de librero. En realidad, todos estos «príncipes del desempleo» no hacen otra cosa que dar palos de ciego y huir de la realidad circundante hasta casi conseguir olvidarse de sus respectivos fracasos. A sus profesores no les van mucho mejor las cosas y son los descartes profesionales de un Madrid vivo y sucio que respira en cada página. Un narrador, muy dado a las ensoñaciones y con ciertos delirios de grandeza, se restaña de las heridas que le dejó su caída en desgracia profesional y nos pasea por el Madrid de las librerías cultas y triunfantes, en abierto contraste con la Academia Diderot, un templo del saber donde nadie sabe nada, que se verá convertido en una celebración del infortunio y en el refugio de todos los fracasos. El narrador que mantiene una mirada escéptica e irónica sobre el curso, nos va contando las pequeñas vidas de sus «fracasados» compañeros de clase así como el autoengaño de los profesoras y profesoras, desde la enamorada del marketing como única explicación del mundo hasta el fantasioso escritor frustrado que una y otra vez habla de «las rotaciones» y del diseño de los escaparates. La novela cabalga ágilmente entre el humor y la amargura: vidas tristes, sueños rotos, pequeñas esperanzas y el «olor» a fracaso planean sobre el curso mientras los alumnos huyen de sí mismos buscando recuperar la ilusión y la autoestima.