Samuel prefiere ocultar esas fotos y, sobreponiéndose a su natural timidez, acaba presentándose a la mujer que ve cada mañana. Es Marina, hija de un militar, el comandante Olmedo, encargado de desmantelar el cuartel de la ciudad. Olmedo, hombre estricto y cumplidor de su deber, aparece en su domicilio con un tiro en el pecho de su propia pistola. Pero Marina no cree la versión oficial del suicidio de su padre y contrata a Ricardo Cupido, detective descreído y pacífico que, en su investigación, descubrirá lo mucho que ocultan las vidas de estos personajes y las tensas relaciones que establecen entre ellos. Desde los compañeros de cuartel, hasta el ex marido de Marina, todos tienen razones para ser sospechosos.
Con una prosa tensa y depurada que nunca pierde intensidad, Fuentes ahonda en el retrato sociológico del presente, en la introspección de unos personajes a los que contempla con una mirada compasiva, en el análisis de los motivos que empujan al asesinato y en la certeza de que todos pueden tener móviles para cometerlo.