Fue necesario lanzarme a las veredas de color esmeralda del Camino de Santiago, para comprender que hay verdades Universales que no pueden ser simplemente dichas. Fue menester impregnarse de los aromas de la España rural y del misticismo de la mencionada ruta. Gravitar con las semillas de los altos eucaliptus. Se tornó urgente charlar con el cosmos y las lápidas funerarias de un camposanto y volar sobre las alas de un halcón peregrino. Y finalmente, lector, hube de contarte estos cuentos surrealistas de centellas e ilusiones...