Érase una vez un niño pequeño que pedía a gritos: -¡¡Léeme un cuento!!
-No quiero contar cuentos sin ton ni son -le dijo su madre con preocupación-, lo que yo quiero son bonitos cuentos que te hagan bonito a ti por dentro.
-Pues cuéntame cuentos, mamá, con amor.
-Vale, lo haré. ¿Por qué?
-¡Por favor!