El relato propone un fugaz viaje al pasado remoto, a un mundo sin calendario, con cómicos en la plaza y sexo en la playa; pero también trufado de vilezas, de política y de fanatismo. Al cabo, lo de siempre, un cuento viejo, una fábula que nos enfrenta a dilemas tan antiguos como la historia misma de la democracia, porque quizá mirando a lo lejos podamos ver con más claridad.
«Siempre, Sancho, lo he oído decir, que el hacer bien a villanos es echar agua en la mar». (Don Quijote de la Mancha, I, cap. XXIII).
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