El libro marca varios reuniones: el de la cananea, que el autor ha querido ver como un encuentro de fe, una apertura a Dios de una inteligencia que se sabe criatura y, como tal, necesitada; el de la samaritana, que ha interpretado como un diálogo de esperanza, la memoria de un presente, de un pasado que solo consume su futuro en la vida eterna; el de la pecadora arrepentida, que ha considerado como un abrazo de caridad, la apertura de una voluntad, de una libertad, que no se avergüenza de asumir su pecado y que se goza en el ser perdonada; y el de Nicodemo, encuentro que comienza en la fe, continúa en la esperanza y se consuma en la caridad, y es la apertura de toda persona al amor personal de Dios.