Las claves del éxito: saber diferenciar el hambre de las ganas de comer, descubrir cómo se experimenta la saciedad y cómo se equilibran las tomas alimentarias y el gasto calórico...
Por lo tanto, no se trata de una dieta milagro, sino de una reeducación global emocional y fisiológica del comportamiento, que subraya la importancia de escuchar nuestro cuerpo para respetarlo desde el pleno entendimiento.
«La alimentación se experimenta en lo más profundo de nuestro ser a través de las sensaciones alimentarias: hambre, saciedad y apetitos específicos.»