Quiso decirnos el canónigo e ilustre novelista D. Juan Francisco Muñoz y Pabón - fallecido cuando aún podía haber dado nuevas muestras de su ingenio- que la "saeta" es, nada menos, que la Passio Domini nostri jesu Christi, secundum Populum. Pues esto, que él daba como definición de la "saetas" es toda la Semana Santa en Sevilla: La Pasión de Jesucristo, según el pueblo. YO no encuentro definición más feliz y exacta. Queda así situada y entendida, y aquí comienza la parte más delicada de este libro. Hemos de decir cómo se entiende el Drama de la Redención y cómo se interpreta lo entendido, o sea, cómo es, según el pueblo de Sevilla, la Semana Santa -cómo es, no cómo fue-; porque si cada año se actualiza tan vivamente la memoria de los días santos, a lo que se aspira no es a una evocación históricista, ni a una memoria arqueológica, sino a una viva realidad. Ni siquiera se contenta el sevillano con unos devotos ejercicios espirituales. Su carne, todo lo sensitivo del cuerpo perecedero, siente con vehemencia meridional el dolor humano de la Redención. Como la hiperestesia que caracteriza a todo lo andaluz se refleja en el entendimiento hipostático del Gran Drama, nos lo dice la Cofradía. En la unión de lo divino con lo humano, esta parte sensible, corporal, física, la entiende el sevillano según su mismo dolor. Cristo es un hombre que sufre el dolor físico; María, una mujer traspasada por los invisibles puñales de la pena. Actúa aquí una intuitiva teología. Si la redención del género humano fue posible, al humano dolor de Jesús se debe ¿Y cómo entiende el sevillano el dolor de un hombre? Dios queda humanizado en las representaciones plásticas. El barroquismo verbalista de los sermones de Cuaresma y Semana Santa, toda la vehemencia descriptiva del valentino San Vicente Ferrer, crean una representación de Cristo excesivamente humana. Por este derrumbadero de lo excesivo, por este barroquismo sentimental, puede despeñarse el creyente sevillano. Los tormentos, las crueldades del Pretorio, las espaldas flageladas, las tres Caídas en la calle de la Amargura, la Crucifixión. Y esto- que en los sermones tiene un espantable graficismo -, cuando el cofrade lo interpreta, no es un derroche de sangre. El Arte, la sensibilidad heredada, salvan el peligro. La Cofradía es una imagen plástica, no retórica. Y podemos ver las maravillas de equilibrio que el Arte logra. ¡Qué sereno lenguaje empleaban los cofrades cuando se expresaban por medio del artífice! Cada "hechura" concertada dice una frase de la Pasión, de la Pasión según el pueblo. Es una forma de gnosticismo, cordial, abierto y ortodoxo; el cofrade, guiado por su sensibilidad tan sólo, tiene facultad para conocer a Dios que se ha hecho hombre. Le conoce en el sufrimiento. A un Dios triunfante en el Thabor niço se le representa tan exactamente como al Dios de las humanas angustias redentoras. Por eso acierta la Hermandad en sus formas penitenciales y en ellas nada nos advierte que haya desbordamiento. El equilibrio entre lo divino y lo humano, el exacto sentido hipostático lo fijaron los imagineros en sus "hechuras". Pero los imagineros eran sólo mandatarios de un fervor, artífices servidores de una voluntad. El Arte volaba, pero a muy estrecho servicio de quienes encomendaban la "hechura", que bien sabían lo que encargaban y lo que habían de recibir. Recordemos que no fueron pocos, ciertamente, los pleitos y disensiones entre Hermandades y escultores. La Pasión de Cristo había de ser según el pueblo. Estamos en la interpretación profana de todo aquello que no es dogma ni canon, porque doctores tiene la Iglesia. Entiéndase bien que lo profano no profana. No nos dejemos llevar por diversión dialéctica. ¡No! Nada de juego de palabras, paradojas, antítesis ni síntesis, que ni la Pasión ni Sevilla pueden servir de tema para ejercicios de hipotiposis. NO empleemos nada falaz retórico ni impreciso. Siglos antes de las escuelas y academias griegas, en costas, deltas y tierras de occidente había número y precisión; antes que los juegos retóricos fueron las serias ordenaciones de la plata y el cobre en medida y peso. El comercio de lo preciso y exacto fue antes que la retórica y sus efugios. CAPÍTULO I EL PROVERBIO CAPÍTULO II UNA VIEJA HISTORIA Y UNAS ILUSTRACIONES CONTEMPORÁNEAS Las láminas de Hoefnagel. Fundación CAPÍTULO III ASÍ NACIERON LAS HERMANDADES, ASÍ SE FORMARON LAS COFRADÍAS ...Venerable clero, sacras reliquias, sanctas religiones CAPÍTULO IV CRUZ DE GUÍA La Pasión según el pueblo CAPÍTULO V EN CAMINO El viaje a Sevilla CAPÍTULO VI LA HISTORIA Y LOS HISTORIADORES Las Cofradías sevillanas CAPÍTULO VII LA IMAGEN PROCESIONAL Retórica y plástica CAPÍTULO VIII LA HERMANDAD Espíritu. Organización. Economía. práctica
Hernán Ruiz. Jerónimo Hernández
Entre Alarcos y las Navas. El hito almohade de Sevilla
La crónica de Aben Said Basala
Las Navas. El Proverbio
Y nada se llevaron las corrientes
DE ELLA
Área
Artesanía y mercaderes
Los ocho ríos caudales
Hombres y mujeres
Sombra
Estrctura. Desaparición del bosque y filosofía del Patio..94
Rumbo cierto. Exactitud
Dehiscencia
"Aviendo venido de Iherusalem..."
Pero ese cuadro perdido
Penitente
Definiciones. El silencio y la voz
En las calles
Interiores
Día sin sombra
Memoria de un modo de vivir en Sevilla
Los hombres
Las Cofradías Trianeras
Otras Cofradías. Perfil de los historiadores
La más reciente historia
Equilibrio. Serenidad. Jesús del Gran Poder.
Cristo de la Buena Muerte
Catedral
Candelería
Ornamento
Arte, política, pudor y ciencia del trabajo
Saetas,
Siete siglos
Hermano Mayor
Símbolo de todos
Estaciones
Última estación
"Quie con caridad me corriegiere..."