Vuelve Princesa Inca, y es la misma pero no es igual: tras su inolvidable e impetuoso debut, La mujer-precipicio (que alcanzó las tres ediciones), Crujido nos trae a una autora comandada por una pasión idéntica pero que exhibe una nueva madurez: sin perder ni un ápice de fuerza, los poemas aquí incluidos ganan en musicalidad, estilización y control formal; crecen en imaginería, sensorialidad y limpieza, y amplían y consolidan el espectro temático de una voz ya inconfundible. Princesa Inca, frágil pero firme, vaga por una ciudad esquiva y amenazadora, deshumanizada, y nos entrega versos como «trozos que se mutilan». Versos sobre la naturaleza como refugio; sobre la locura y el miedo, la ineludible necesidad de combatirlos y el único modo de hacerlo; sobre el imperativo de preservar la inocencia y de reivindicar una sentimentalidad sin normas ni barreras. Princesa Inca eleva su voz contra lo aséptico, automatizado y tolerable, y convoca un amor vehemente que es a la vez peligro y descanso, hogar y herida; un amor que duele y redime, y que inspira textos multiformes, de toda índole: desde sus torrenciales composiciones en prosa hasta sus delicadísimas miniaturas, los poemas de Princesa Inca son siempre descarnadamente intensos, y de una honestidad llena de arrojo. Y así, perplejo y conmovido, los recibe el lector, como quien oye ese crujido que «sin duda, es la vida».