Como aquella primera, Cruces de seda es, simple y llanamente, una novela de aventuras. De aventuras cotidianas, sin grandes gestas y sin demasiadas alharacas. Es novela de taberna y mancebía, de lances y desafíos, de grandes de España y de pobres de solemnidad. Es novela de soldados y de inquisidores, de gente normal, buena o mala según las circunstancias, en esa época tan universalmente española como fueron los Siglos de Oro, los siglos españoles.