La faceta periodística fue, si se exceptúa la poesía, la primera que dAnnunzio cultivó profesionalmente. Sus primeros tiempos como cronista, con apenas 22 años, no sólo le proporcionaron los ingresos necesarios para vivir, sino que supusieron su aprendizaje literario y colocaron los cimientos de su primera novela, El placer.
Esta selección de sus crónicas literarias, por primera vez traducida al castellano, incluye varios retratos, representativos de distintos aspectos de la obra dannunziana: Dante, Shelley y Tennyson, en calidad de poetas; Zola y Nietzsche (y su célebre discusión con Wagner), necesarios como telón sobre el que exponer sus teorías sobre la novela, la filosofía y la música, entre otras cosas; por último, Hannaford y el propio Gabriele, para poner el broche a todo lo que hemos expuesto en estas páginas, broche que bien podría resumirse como «los límites de dAnnunzio o la ausencia de ellos».