Este libro no está pensado como una suma de conocimientos para ser memorizados sobre cómo hacer historia del arte, sino para entender cómo se ha hecho esa ordenación de objetos y fenómenos extraordinarios y para ahondar más en su placer.
El autor invita a ejercitarnos mediante la visita a los museos para desarrollar una gimnasia visual, consistente en mirar sin prejuicios las obras de arte y preguntarse por qué el hombre es el único animal que deja huellas visuales que traspasan el tiempo.
Esta obra no elude una visión crítica sobre cómo en España y en el mundo de la historia del arte "después de cuarenta años de cerramiento al arte contemporáneo, han desembarcado frecuentemente amas de casa y literatos, ingenieros y arquitectos fracasados, siendo consagrados en su nuevo oficio por gacetilleros sin empleo fijo".