Criaturas del aire consta de un puñado de monólogos en los que los distintos personajes de la literatura universal comentan su ejecutoria, la prolongan, la desmienten o la maldicen. Algunos son puramente ficticios, como Tarzán, Dulcinea, Phileas Fogg o la Bella Durmiente; otros se han incorporado a la ficción literaria provenientes de esa otra ficción, la Historia: Nerón, Bakunin o don Miguel de Mañara.
Son metáforas de carne y sangre, es decir, de palabras: como nosotros. Testigos y mártires de una libertad de la que participamos. Estos ejercicios literarios no quieren otro compromiso que el de la imaginación como fundamento.