Al respecto, el libro destaca que sistema productivo español presenta una orientación dominante hacia ramas productivas de nivel tecnológico medio-bajo e intensivas en mano de obra poco cualificada, con déficit en ramas de nivel tecnológico avanzado, de alto valor añadido y productividad, cuya demanda crece más deprisa. En tal escenario, no es extraño que cuando la economía crece más deprisa, aunque el empleo crece mucho, la productividad apenas crece y surge un déficit creciente en la balanza de pagos de bienes y servicios. A estos desajustes ha contribuido la inadecuación del patrón de gasto realizado (protagonizado por el boom de la vivienda) al patrón de gasto que sería necesario para afrontar las debilidades del sistema productivo (con más énfasis en la inversión en capital humano y tecnológico).
En consecuencia, el libro sostiene que sería deseable que la composición de la producción española fuera girando desde productos intensivos en trabajo poco cualificado hacia productos tecnológicamente más avanzados. Ello requiere mejores estructuras económicas (mayor competencia y flexibilidad en los mercados de productos y factores, más eficientes estructuras administrativa, financiera y fiscal, más y mejores infraestructuras) y, sobre todo, mayor dotación de capital humano y tecnológico. Es aquí donde el libro aprecia una notable contradicción en el crecimiento económico español reciente: entre la necesidad de modernizar el sistema productivo español y la opción del gasto nacional, muy polarizado en consumo final nacional y compra de viviendas, que no afronta los déficit del sistema productivo español.
En relación al deterioro de la distribución de la renta española, el libro destaca dos factores influyentes: primero, la mayor flexibilidad (moderación) salarial por la masiva llegada de inmigrantes (el otro boom del período) y, segundo, la política de ajuste de las finanzas públicas, que ha frenado el crecimiento de los gastos en protección social.