«La corrupción está santificada por la costumbre, liberada de toda ley. Arrojar el escudo y huir del enemigo son cosas permitidas por la costumbre. Aspirar a un cargo público en recompensa de la ignominia está de moda». Plauto (circa 250-184 a.C.) Hace más de dos milenios, Plauto, el primer gran autor de comedias romanas escribió este texto satírico para denunciar la corrupción generalizada en la que estaba inmersa la República romana de época clásica. Son palabras antiguas que resuenan con ecos plenamente actuales, y evocan la degeneración de un sistema que se alimentaba de los botines conseguidos en las guerras de conquista, y acaparados por los miembros más destacados de una élite senatorial. El historiador Pedro Ángel Fernández-Vega nos descubre en este libro un mundo que se alejaba, cada vez más, de la virtus romana tradicional. Una burbuja económica alimentó tanto a las facciones políticas rivales en auténticas refriegas electorales, como a una próspera clase empresarial demasiado próxima al poder. Juicios populares de dudosa imparcialidad, elecciones ganadas con votos comprados en el circo, propaganda y censura, nuevos dioses y cultos, modernas y perniciosas costumbres griegas? En tiempos de Publio Cornelio Escipión y de Catón, la temperatura del debate político y social subió muchos grados por causa de una corrupción que ya entonces comenzó a socavar los cimientos de la República.