Argumento de ¡corre!
Un pueblo cercano a una capital de provincia. Una pequeña urbanización al pie de la sierra. Un vecino conduce su coche demasiado deprisa. Un día, ese vecino atropella al perro de otro vecino y este, fuera de sí, comienza a golpear al conductor hasta que cae deslavazado a sus pies. Sin tiempo para pensar y sin saber si el conductor está vivo o muerto, el agresor huye al bosque. A partir de ahí, dos guardias civiles del cuartel del pueblo se interesan por el asunto más de lo que sus competencias y capacidades aconsejarían. Entre el fugitivo, que no es precisamente Robinson Crusoe; y los perseguidores, que de sabuesos tienen como mucho las ojeras y el parecido a una salchicha, se desarrolla una historia en la que el único que pasa un buen rato es el lector.1